La inteligencia artificial ya afecta a muchos aspectos de nuestras vidas, y esto es así desde hace décadas. Para bien o para mal, no es algo que vaya a cambiar. Pero conforme la IA se vuelve cada vez más potente y se integra de forma más profunda en la estructura de nuestra realidad cotidiana, es crucial que las empresas valoren de forma realista todo su potencial como herramienta y como amenaza.
La IA permite llevar a cabo acciones a gran escala más rápido, ya sea con buenas o malas intenciones.
La difusión del aprendizaje automático en las empresas hace que resulte apetecible como herramienta y como objetivo.
Se habla tanto de las capacidades de la IA que es posible que los riesgos que conlleva queden en segundo plano.
El alcance de las amenazas emergentes es enorme y variado.
Para combatir las amenazas generadas por la IA, se necesitarán sistemas de seguridad nuevos basados en esta tecnología.
Parte del problema a la hora de prever las implicaciones reales de la IA generativa es el sensacionalismo con el que se está abordando y lo muchísimo que se habla de ella. El propio término se ha convertido en una especie de cliché. ¿Quiere llenar un auditorio en un evento tecnológico? Incluya la palabra «IA» en el título de la presentación. ¿Quiere resaltar una función de aprendizaje automático de su software? Comercialícela llamándola «IA». Por desgracia, de este modo se acaba perdiendo de vista la realidad de la tecnología: se habla de forma sensacionalista tanto de sus ventajas como de sus peligros y, al mismo tiempo, mucha gente se acaba cansando del tema.
A esto se suma el hecho de que muchas personas (sobre todo las que tienen menos conocimientos técnicos) no entienden exactamente qué es la IA.
Dicho de manera sencilla, la inteligencia artificial es justo lo que sugiere su nombre: el uso de sistemas informáticos para simular los procesos de la inteligencia humana.
Por ejemplo, el procesamiento del lenguaje, el reconocimiento del habla, los sistemas expertos y la visión automática.
Sistemas informáticos gobernados por algoritmos que les permiten aprender y adaptarse automáticamente después de haber sido entrenados con un conjunto de datos.
Por ejemplo, los algoritmos de recomendación de contenidos, el análisis predictivo y el reconocimiento de imágenes.
Técnica de aprendizaje automático que utiliza capas de algoritmos y unidades de computación para simular una red neuronal como la del cerebro humano.
Por ejemplo, los modelos de lenguaje de gran tamaño, la traducción y el reconocimiento facial.
Autenticidad de los contenidos
La IA generativa permite crear copias muy realistas del contenido original. Esta capacidad, además de plantear posibles riesgos relativos a la propiedad intelectual para las empresas que generen contenidos con la IA, ofrece a los ciberdelincuentes la posibilidad de robar todo tipo de datos, crear copias realistas de ellos y hacerlas pasar por creaciones originales o bien utilizarlas para perpetrar otros ataques.
Hemos preguntado a ChatGPT cuáles son las principales amenazas que supone la IA generativa. Esta ha sido su respuesta:
Aunque la IA generativa ofrece un potencial increíble en términos de innovación y creatividad, también presenta sus propios retos y amenazas en el ámbito de la ciberseguridad. Los aspectos clave son los siguientes:
Las características que hacen de la IA una herramienta útil para la ciberdelincuencia pueden (y deben) utilizarse para reforzar las medidas de ciberseguridad. De este modo, no solo las organizaciones podrán desarrollar tecnologías de ciberseguridad ágiles y más eficaces, sino que además abordarán mejor las vulnerabilidades humanas.